lunes, 29 de diciembre de 2008

La niña de la escalera


Anoche no podía dormir, ni conciliar el sueño, mi cuerpo entero parecía vapuleado por pequeños microorganismos víricos, una tos seca, improductiva que me taladraba el pecho de manera continuada. Tosiendo, al final, mis ojos cansados querían leer, y pedí que me acercaran a la cama, uno de mis autores preferidos, que venga Arturo, que venga. Está ahí, encima del aparador en el que guardo bragas, calcetines, medias y camisetas interiores. Ahí. Entre las sábanas mezcladas con pañuelos desechos de papel, ahí estába yo, con Pérez Reverte entre mis manos, leyendo su libro "No me cogeréis vivo". Es una especie de recopilación de los artículos que vienen apareciendo cada domingo en el Suplemento Dominical del Semanal. Habla de todo, puedes abrir el libro por cualquier página, leer hacia delante, hacia detrás, pasarte de un año a otro. Y ya ves, estaba sentada en medio de sus historias, a moco tendido, con mis ojos hinchados por la fiebre, devorando sus letras negras sobre blanco. Me gustaría tomarme un vino en un puerto, con este hombre al lado, un vino bueno, con solera, y preguntarle cosas que me vienen a la mente cuando le leo, y no puedo preguntarle. Me gustaría que diera cursos de verano, apuntarme y obervarle como miran los francotiradores, para luego, disparar mis preguntas como si fueran claveles rojos. Habla de una niña, de sueter de pico verde, con falda de cuadros escocesa, una niña pequeña, que lee concentrada en una escalera, mientras el griterío del patio no la deja concentrarse en su lectura. dice que se fija en los niños, en los que van por libre, solos, a su aire. Yo era una niña de aquellas, sentada con un libro en las manos, alejada del grupo que pastoreaba al son de la misma niña durante el mismo curso, yo miraba desde la barrera, mientras mis ojos brillaban con el verde de las pequeñas hierbas que solían crecer en mitad del asfalto del patio.

No hay comentarios: