lunes, 3 de octubre de 2011

Fetén, el perro fantasma ...

Había dejado la lectura del último libro entre manos, por cansancio, sueño, falta de tiempo o sobra de quehaceres. Hoy lo eché en la bolsa, esa bolsa de última hora que te acompaña antes de echar el cerrojo de la puerta de tu casa, con las cosas de última hora que echas corriendo antes de salir pitando. Y al rato, al rato sosegado, cuando el coche ya circulaba subiendo el Puerto de la Cadena, a la misma altura en la que había una especie de escultura que no sé si la hay aún, esa que rememoraba los fusilados de la guerra, abro el libro. Ahora caigo en el detalle, extraño a la vez que curioso, porque el libro trata de eso, de los muertos que caen en medio de las guerras. El perro Fetén es uno de los personajes del libro, y no os contaré mucho porque si no, no tiene gracia leerse el libro. Pero he leído de punta a punta, hasta que llegué a mi destino. Paco López Mengual cose palabra tras palabra, como si de botones se tratase, un relato que echando la vista atrás, con el monte de cerca como le tengo ahora, y recordando el sabor agrio con el que los mayores cuentan y sus mayores antes contaron de la guerra, lo duro que debía de ser el paseíllo, fuera del que fuera el bando. Porque en ese absurdo de somoos los buenos y los otros los malos, o somos los malos y los otros se hacen los buenos, se pierde ante todo el norte, el norte con el que se nace, se pierde la vida.El último barco a América trata de eso, del camino de la vida sea de la condición que sea, es el mayor tesoro, y nadie tiene derecho a cogerlo y mecerlo al viento a su antojo. Aún me quedan unas páginas para terminar de leerlo, pero por lo pronto, este mercero de Molina de Segura, bien se merece un buen dedal y buena aguja con punta de tinta para seguir escribiendo con ese acierto.