Descansar un instante...

Hay días que una necesita desconectar, desenchufarse de la red vital y decir stop por unos instantes. Estos días de vacaciones escolares a las espaldas, esta semana es la segunda, una termina un poco kao. Los niños andan en una edad difícil, y ando delante y detrás de ellos, haz los deberes, has terminado esto, a ver, ensénñame eso, vuelve a repetir el trabajo, esta vez procura ser más limpio y ordenado en el trabajo, cepíllate los dientes.... y bla, bla bla. No paras de estar ahí, unos días hacen caso, se portan bien, otros, van en dirección contraria y acabas agotada. Los hijos de estas generaciones que les permiten tener un frigorífico saneado, un hogar equilibrado y acogedor, un hogar a fin de cuentas, sin las penurias que se ven hoy día, se ven campar en las anchas del no, no quiero, lo hago luego, déjame... Así que como madre sigo en mis trece, esto se hace así o asao, en los momentos en los que una madre ha de decidir lo que han de hacer sus hijos en los tiempos ociosos, no perder el tiempo y recuperar todo aquel que perdieron en semanas pasadas. Paciencia, armarme de paciencia. Esta noche con la cena preparada en casa, una coliflor a la bechamel, un salteado de gambas y espinacas y un tiramisú de postre, al final han cenado en casa de los abuelos. Salí a que me diera el aire y tomar una caña sin alcohol, sea dicho de paso, unos chopitos y respirar el ambiente festivo de la noche. Pero había poca gente, caminantes, parejas desperdigadas de un lado a otro, arrumacos en bancos, y vendedores de globos al acecho de nuevos clientes junto a los puestos de palomitas. Buenas noches lectores, mañana os contaré cosas nuevas hoy la espalda y el cansancio, pueden con mi alma.