sábado, 3 de enero de 2009

John Boyne, El niño con el pijama de rayas


Cuando el sueño no ronda tu cama, el libro te habla desde la estantería y te dice, cógeme y léeme. Son 217 páginas que tratan de la historia de Bruno, un niño que deja su gran casa en el Berlín de la 2ª Guerra Mundial, con el ejército Nazi desplegando sus alas en los campos de concentración, se traslada con sus padres, su hermana y una asistenta, María, a una casa en el mismo campo de concentración de Auswitch. Así, a pocos metros de la ventana de Bruno, las vistas ya no son las calles con bonitas terrazas para tomar café o comprar en verdulerías, un marrón ocuro y grisáceo es el panorama desolador, que de la mano de otro niño irá conociendo. Recomiendan su lectura para niños a partir de trece años, no es un libro sólo para adultos, es un libro para todo aquel que quiera ver cómo los ojos de un niño deben de entender lo incomprensible. Voy por la pág 142, supongo que cuando termine de poner las lavadoras de turno de los sábados, y haya dejado la comida preparada, terminaré las páginas que restan. Lo curisoso, es que en estos tiempos, este escenario se repite, y las Guerras siguen marchando a sus anchas con las injusticias en otra parte del mundo. Si no, vean lo que pasa en Gaza, los hospitales, el desastre humano que hay allá. Sería conveniente en medio de tanto propósito de qué pedir a los Reyes Magos en estas fechas, se hablara con los niños de la naturaleza humana, y de que el verdadero regalo es hacer el bien entre las personas, porque el mundo necesita de cambios, pequeños cambios que empiecen en el comedor de nuestras casas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Natic, soy Teresa del blog "los libros de teresa" que bonito blog tienes, ya te visitaré amenudo y lo colgaré en el mío.
No puedo estar más de acuerdo con lo que escribes sobre la música clásica, bueno con casi todo lo que dices en tu blog.
Gracias por participar en el mío.
Saludos
Teresa

Natividad Mus Aliaga dijo...

Gracias a tí Teresa, tu blog también me gusta y tiene su arte, la verdad es que la pasión por la lectura se ve por doquier, un saludo, Nati