viernes, 2 de enero de 2009

Federico Moccia, A tres metros sobre el cielo



Leerse 214 páginas un rato antes de irse a dormir es cosa fina, pues ahí queda eso. Anoche me acosté antes de lo normal, opté por no tragarme una película de las de turno, con sus consabidos anuncios de relojes de Dolce y Gabanna y el perfume de Yves Saint Laurent, Homme, que los ponen hasta la saciedad. El tema es que me meto en la cama, y abro el libro, umm, Federico Moccia, me lo han regalado el día de NocheVieja, y empiezo a leer. Y la cosa es que me está gustando, creo que antes de que llegue la hora de comer, habré llegado a la página 390, y a la tarde iré a comprar la segunda parte, que se titula: "Tengo ganas de tí". El autor retrata estupendamente las vidas de la gente que está terminando sus estudios de Bachillerato, previos a la selectividad y acceso a la Universidad. Relaciones con padres, hermanos y hermanas, clases sociales, problemas, de todo. Y líos, los típicos en los que te envuelves cuando tienes esas edades, las hormonas a flor de piel, y la inocencia en la espalda. Salidas nocturnas, personajes que se repelen y atraen como el agua y el aceite, desengaños amorosos, y el perfil de las amistades, las llamadas de teléfono interminables, y una ciudad, Roma como escenario. Animarse, leer es una receta estupenda ante el panorama televisivo cada vez más deprimente, para mi gusto.

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