jueves, 14 de mayo de 2009

Cosas de la tarde


Salí a tomar un café a la Heladería Haagen-dazs, y al sentarme en la terraza, el cielo teñía de azul el tejado que nos cubre al pasear, una luz tranquila, sosegada como he escrito en mi cuaderno de notas que siempre me acompaña en bolsos, y sentía el viento pasearse inquieto por mi rostro. No tenía prisa, el tiempo estaba detenido, estático, y me limitaba a saborear la crema que se fundía en mi boca. El resto, los viandantes, unos con prisa, otros sin ella, parecían olvidarse de esa luz que todo lo poblaba. Murcia tiene una luz especial, lo he dicho muchas veces, tal vez hayan otros lugares con intensidades diferentes, de esas intensidades apetecibles, que si pudiera ser el caso, se pudieran meter en un bote en conserva, para en las noches oscuras y frías, abrirlos al abrigo de la cama, y llenar de luz la estancia. Luego pensé en los caminos infinitos que recorremos, e imaginaba que nuestras huellas quedaban marcadas en el suelo, de vivos colores, recordándonos el camino de vuelta a casa. Esta tarde estudié como hacía tiempo no hacía, enfrascada en el texto de mañana, eso sí, estas cosas se pueden hacer si tienes quien te ayude, en este caso ha sido hoy Miroslava, está planchando en casa y con mis hijos, de no ser así, esta tarde, ni habría estudiado, ni habría untado mi boca con la crema del café con leche bajo una luz especial. Estaría con la otra luz, la de mis hijos, pero eso será dentro de un rato.

1 comentario:

Isi dijo...

hhummmmm qué café más apetecible!!!