lunes, 26 de octubre de 2009

Televisión o circovisión


Por las mañanas, a veces, suelo enchufar la tele un rato, pero al cabo del poco tiempo, la vuelvo a apagar, y entonces enchufo la radio, que es la que reina en la casa. La oferta televisiva es cada vez de lo más inapropiado, inútil diría yo, escasa en su uso real. En Telecinco, Ana Rosa Quintana sienta en sus sillas a una serie de "periodistas", de los que me pregunto, qué lástima que ocuparan sillas universitarias, para terminar en estos lares. Y se tiran literalmente toda la santa mañana a hablar de los personajes, que según las cadenas nos interesa saber. Nos hablan de toreros, de duquesas, de marquesas, de ex mujeres, de amantes, de rollos, de hijos no reconocidos, y así, repitiendo una y otra vez, cuando no tienen algún muerto o desaparecido entre manos. En esos casos, nos repiten hasta la saciedad, con imágenes el dolor crepuscular de los familiares, de la pérdida, de la muerte, desde sus sillas, con sus tacones de aguja apoyados sobre la moqueta, con sus maquillajes, y su sonrisas cosidas a cada oreja. No nos cuentan de cosas que realmente sean necesarias de saber, y van inutilizando a quien les escucha día tras día. Pero nadie se queja, estos programas siguen su curso, y los damos por hecho, como hecho cotidiano y necesario en nuestros hogares. Pero todo es mierda con perdón, una mierda triste que se apodera de la inutilidad del no pensante. Estos días pasados, hablaban de una exposición de cuadros de la Duquesa de Alba. Hasta la saciedad salieron las imágenes de la duquesa entrando y bajando del coche, y ellos erre que erre. A nadie de los allí presentes se les ocurrió el informarnos del horario de las visitas de la exposición, de las técnicas pictóricas, o de los autores que allí se podrían ver, nada de eso. Por eso, cuando luego paso por algún quiosco y me veo de nuevo a la presentadora en una portada en una revista con sus iniciales, me digo, hija mía, vales lo mismo que tus colaboradores, que tu programa, nunca te compraré. Por qué la televisión que tenemos en España brilla por la ausencia de su calidad, por qué nos dejan a la interperie de eso que llaman periodismo, por qué, no lo sé. Me gustaría ver un día otra cosa que no fueran anuncios para seguir siendo joven, delgada y lisa como el mármol, y ver programas con el mismo sabor de boca que te deja un libro. Cosas mías, un saludo, y decidan ustedes, radio, tele, paseo, libro, o deportes amatorios que no están mal ahora que se acerca el frío.

1 comentario:

Isi dijo...

Hace ya unos dos años y medio que no veo la tele, literalmente hablando; y dos años desde que la desenchufé definitivamente; el cable de la antena iba de lado a lado del salón y me molestaba para pasar el aspirador. Y tan feliz, jamás he echado de menos ningún programa.

Decir que algunas series sí me gustaban y me entretenían, pero ahora me las bajo de internet y las veo con mi novio, un capítulo cada viernes, por ejemplo, sin anuncios y a la hora que me plazca, no cuando me lo impongan ;)

Y bueno, no sabes el llamamiento al consumismo que hacen los anuncio: doy clases a señoras mayores que me cuentan que compran cada cosa para adelgazar o para el colesterol, o para cualquier historia que me tienen alucinadas. Se lo creen todo!
Les he prohibido ver la tele, pero no creo que me hagan caso jamás.