jueves, 15 de octubre de 2009

El gallo de la vecina

Son las seis y media de la mañana, cuando empieza a cantar el gallo de la vecina, no es en mi edificio, sino en el de al lado, y no da para la calle a la que asoma mi balcón, sino a otra perpendiular. Pero el gallo se oye, como si estuviera correteando por los pasillos de mi casa, me despierto, y no puedo evitar empezar a reirme a carcajadas, pensando qué hace el gallo en la vivienda. Los vecinos que viven debajo de la subsodicha, ya la han denunciado, acaban de ser padres por segunda vez, y no pegan ojo, el gallo no es que cante una vez y luego se vuelva a la cama o al balcón o a la caja en donde quiera que esté recluido, no, el gallo sigue cantando una tras otra vez. Suele pasar, que a esa hora ande durmiendo y no me entere, pero anoche cosas de la vejiga, una andaba despierta para ir al servicio, y al meterme en la cama de nuevo, el gallo cantando, con lo que recordé lo mal que lo han de estar pasando los vecinos que andan puerta con puerta.

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