domingo, 26 de diciembre de 2010

Soy una taza, una tetera y un cucharón...

Digamos que ando a media pila, con la reserva, entre ser una mujer duracell o slcalina, creo que ahora mismo soy una pila de luz solar lo mucho. Fabricar un niño es algo que requiere energía, y a fecha de hoy, lo único que me recarga es tirarme en la cama a leer un buen libro o echarme en el sofá a ver una peli sin anuncios y buena a ser posible, si no, el mando hace su honorable función. Entre medias de estos micro estados de relax, ando detrás de mi hija pequeña, cerrando los cajones que abre, recogiendo pañales que florecen como un campo recién abonado, cantando Bob esponja ya llegóooo o Dóra dóra la exploradooooora. Así como quien no quiere la cosa, a veces escribo como hago ahora, y ella mueve las sillas de la cocina como si estuviera de extra en algún escenario teatral, le doy tapas, servilletas y enseres que no son juguetes pero que pueden servir de juego sin peligro alguno. Le encantan las cajas de cartón, en breve las pintaremos para hacer escenarios diversos del día a día. Mientras espero que llegue no muy tardar el alumbramiento de esta nueva hija, ahí ando, como si una grúa fuese necesario para movermede un lado a otro, necesitando operarios con mando a distancia que digan ala una pierna para allá, un brazo para acá. No ando visitando exposiciones como me encantaría, o correteando calles con mis hijos en estas fiestas, enseguida me falta el aliento. Imagino que en primvera, cuando las flores empiecen de nuevo a inundar las calles con su olor, seré como la flor de azahar, de nuevo por toda la ciudad.

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