viernes, 25 de junio de 2010

Me apetecían gambas....

El caso es que a eso de las dos la comida sin hacer, y de vuelta a casa digo: me apetecen gambas, con pasta y salsa de nata. Y allá que entro a comprar, lo típico, una cola en pescadería bastante prudente, el 19 y van por el 14. Voy a por pan y la nata, y escucho:- Yo mira, lo voy a hacer porque de momento creo que con minifalda no estoy tan mal.- La otra le replica, sí, si tú aún eres joven. Y el marido de ésta segunda le decía a la primera, -claro, no es nada malo, que los demás tengan mejor vista de tí. La conversación giraba en torno a unos implantes mamarios, ahí entre las tartas congeladas y los panes de molde. Con una niña en medio escuchando a dos mujeres adultas cómo el mundo se reduce para una mujer que pasa los cuarenta años en ponerse dos trozos de plástico bajo la carne. Cada cual que haga lo que quiera, pero me gustaría saber, si antes de meterse un trozo plástico bajo la carme, debería uno de operarse del cerebro, para tener mejor imagen de uno mismo. Pasar por un quirófano no es ninguna broma, y menos para hablarlo como el que echa a la cesta de la compra un kilo o dos de tomates.

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