jueves, 11 de junio de 2009

"La fresca"


No hay nada como pasear bien temprano con la ciudad a medio despertar, el ruido vespertino se convierte en un murmullo lejano, mientras la ciudad despierta. He acompañado a mis hijos a sus respectivas paradas de autobús, y en el camino, hablas, te cuentan, saludas, besas, te despides hasta luego. A la vuelta, mientras miraba el pavimento, recordaba lo que me decía mi abuela, hay que levantarse con la fresca, claro que tiene muchas connotaciones la palabra si te pones a pensar. El caso es que recordaba que cuando el fresco lenaba las calles, y el sol apenas se hacía imperceptible en todo su esplendor, las calles eran fiel reflejo de sus vecinos, las puertas sonaban a escoba o cepillo que intesamente las barrían. El trapo sacudiendo el polvo de las puertas, el espolsador, los barrotes de rejas sin polvo, y las macetas regadas con un poco de agua, aunque se regaban al caer la tarde. Luego sacaban un cubo de agua en mano, para con la otra, ir sacudiendo el agua y dejar las puertas limpias. En las casas se olía a café recién hecho, a pan tostado y a hogar, eran otros tiempos, ahora, la vorágine del trabajo y del momento reduce todo a prisas, y a perderse esos instantes imborrables ahora en mi memoria.

No hay comentarios: