jueves, 11 de junio de 2009

" 37 grados"







La tarde es asfixiante, veo desde donde escribo los coches y autobuses pasar, pero mis ojos se van a las moreras que flanquean el río. Siempre cerca del agua, curioso, tal vez fuera en otra vida sirena, y por eso mi cabello es rizado y de color castaño claro, unas veces parece hasta color cobre, otras trigal, otras simplemente es cabello. Furgonetas, motos, todoterrenos, coches de autoescuela, a lo lejos todo se ve. A estas horas, las cinco menos cinco, es mejor mantenerse al abrigo del calor. Y si lo haces, acompáñate de un buen sombrero, de unas gafas de sol, calzado cómodo y botella de agua en mano. Pero es extraño, la gente no suele llevar sombrero, y deambula por las calles bajo un sol de justicia. Tengo que salir al fuego de la calle, he de comprar un producto especial para maderas, las puertas no brillan igual según las trates, y en Mercadona están desapareciendo un montón de productos que antes vendían. Conclsusión, cada vez voy menos allí. Se escuchan los Agapornis, son esos pájaros de apariencia tropical, verdes, como pequeños loritos, que la gente da de comer, domestica dentro de ese mundo esclavo al que se le somete al pájaro enjaulado a cambio de comida. Tiene sentido tener pájaros enjaulados, no lo sé, aunque algunas veces pienso en quiénes somos nosotros para poner puertas al cielo.

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