viernes, 12 de noviembre de 2010

La noche detenida ....

Te vuelves un instante, quizá menos de un instante, y su mano pequeña y frágil ya lo ha agarrado con fuerza. Tose, se pone roja, da arcadas y al final logras que voite lo que se ha metido en la boca. Un papel parece, no, no es un papel, es un trozo de pastilla de detergente del lavavajillas. LLora desconsolada, e asustas, y en esas milésimas tú te asustas más. Mientras sacaba la vajilla, restos de una pastilla se quedaban dispersos por el suelo, ese suelo que logran triplicar por mil sus ojos pequeños. Y coriendo a Urgencias de la Arrixaca, después del llanto, de no saber si algo se había tragado y no vomitado, corre coriendo, llega y explica. Es eso, son las ocho de la tarde, la salade urgencias no está masificada, si acaso siete niños no más. Ella ríe, juega a tocarlo todo, a bajarse de la silla,a subirse a querer volver a bajar. Nos llaman, entramos, volvemos a explicar todo con detalle, y ella ha de quedarse en observación. Nos dan un pijamita azul, pequeño pero que le sobran por el largo de los pantalones. Sus ojos azules se vuelven si acaso ás intensos al lado el azul del pijamita de niño pequeño, y se me va haciendo un nudo en la garganta. Entramos en una sala, sala de observación, con cuatro camas y dos cunitas. Nos ponemos en una cama, y a esperar, la camaes grande, se mueve por todos lados. El resto de niños están siendo atendidos por un padre o una madre, con juguetes que se cogen de un cesto azul de Ikea. No pueden estar más de dos adultos por niño, le digo a asu padre que pase por casa y traiga algo si acaso. Me quedo a pasar la noche con ella, y es entonces cuando tomas conciencia del tiempo y su dimensión extraña. De cómo se detiene, el sueño no llega. Entran auxiliares, salen otros, entra la doctora, vuelve a salir, llegan las cenas, llega el silencio, llega el llanto, todo en la noche ya no es extraño. Salgo a los aseos que hay junto a la sala de espera, y me doy cuenta de que está lasala llena.Parece un cine de verano, pero los ojos de los niños son distintos, tristes, cansados, vidriosos. Vuelvo a la cama, acoger su mano pequeña, sus ojos que detectan que no es donde duerme habitualmente, y sigo en el transcurso de la nochedetenida. Ya tarde, entrada la madrugada salgo a la puerta a estirar las piernas, y es un cuadro el que nos recibe y despide cada vez que pasamos por Urgencias. Es un perrito, Laika, pintado por Kataryna en un taller con niños. Es ese perro de colores vivos y chillones, el que miro como diciendo, qué nos queda Laika para salir. Al final, ´Lucía todo bien, pero en esa noche, cuántas cosas para pensar, y decir, que no hay nada como estar en casa. Buenas noches.

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