viernes, 19 de noviembre de 2010

Caminando por el frío....

Anoche hcía frío,más que en noches anteriores. Esta mañana salí a hacer un par de gestiones, cosas de bancos, y las calles estaban casi desiertas. Mientras camino veo que están derribando una casa, los operarios en una esquina de la calle,mientras la paladerriba lo que antes fué una casa. Allí han vivido unos amigos detoda la vida de mis padres, él, que se llama Antonio, colecciona minerales, y se ha hecho con una colección inmensa de ellos. Imagino que cuando me lo tropiece por el pueblo me diga dónde localizarlo para que mis críos vean lo que tiene en casa. Sigo andando, poca gente, por no decir ninguna.Una mujer fuma en la puerta de una peluquería, y pienso para mis adentros, no me mires, que no voy a entrar, voy a otro sitio. Me encuentro con la casa de mis abuelos, cerrada, a cal y canto, quisiera tocar el timbre y que me abrieran,pero eso ya no es posible. El cartel de se alquila apenas se distingue. Es una casa grande, con muchas ventanas, cinco dormitorios, patio, dos salones, uno con balconada, cocina, dos baños, y una amplia terraza. Pero está cerrada y sin alquilar, son los tiempos que corren. Entro al banco, me siento esperando mi turno, desde la silla el director sigue con sus gestiones, el resto de trabajadores en sus mesas, con los ordenadores encendidos, tecleando, buscando números, atrasos, letras sin pagar, buscando incrementar el saldo de las cajas de ahorros en un dos mil por ciento cada día. Cajamurcia es un hervidero de recibos, de pagos, de otros devueltos, de todo. La cola de una oficina de estas te da mucha información si observas con detenimiento. El pensionista, la ama de casa, la no ama de casa, la lotera, que el otro día entró hecha un manojo de nervios. Iba ella con falta de tinte, despeinada por detrás, con el pelo sucio, con falta, pero lo que más le preocupaba a ella no era eso, sino cobrar algo que al final no pudeo cobrar. Salgo del banco y me vuelvo de nuevo a casa, no sin antes comprar el periódico, es un ritual de los viernes. Lo puedes leer por internet, pero a mí me gusta a esta hora de la tarde, que entra un sol precioso en mi cocina, sentarme y leerlo detenidamente junto a una manzanilla con anís.

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