martes, 3 de noviembre de 2009

Elena tiene hambre

Dice mi tía que llora, llora desconsoladamente, sólo la calma estar cerca de su madre, en sus brazos, junto a su pecho, a pesar de que no toma la leche que quisiera. Allí le dicen las enfermeras que los primeros días son así, que es hasta que le de la subida de leche, pero la niña llora, tiene hambre. Quiere su ración de leche, que no le llega. Su madre, la mira desconcertada, qué hay que hacer, qué es lo correcto. Pero de momento, a la espera. Su abuela tiene la cara cambiada, se le ha quedado una especie de sonrisa tatuada, esa que se les queda a las abuelas cuando ya han visto nacer a sus nietas, le brillan los ojos. Yo, aún no he ido al hospital a verla, lo cierto es que entre una cosa y otra voy con las fuerzas por los suelos, midiendo las ganas que empleo en cada cosa que hago, dosificando la energía para dentro de un día, una hora, unas horas o unos días. Por las tardes llevo otra batalla, la de los deberes, estar pendiente de las tareas de los hijos, no te puedes despistar, si luego quieres que lo lleven todo bien. Los niños suelen despistarse con una facilidad pasmosa, y necesitan de rutinas, normas y horarios, cuando se les introduce en esta dinámica, los logrso académicos, terminan por florecer, y el esfuerzo merece la pena. Dirán a veces, pero qué pesada eres mamá, pero lo agradecerán, porque les estoy ayudando a crecer, a que sean responsables, autónomos y organizados, y a que valoren el esfuerzo como parte del trabajo diario. Cuando se despiertan, con la ayuda de un radio despertador, o con la voz propia llamándoles, empieza la dinámica, la cama es algo que he logrado, que no se vayan al colegio sin haberla hecho, no llega al minuto y medio el hacer una cama y dejarla estirada con la ventana abierta para que se airee el dormitorio. Tras el aseo matinal, lavarse la cara, vestirse y peinarse toca el desayuno, no consiento que se marchen sin haber desayunado, mientras ellos lo hacen les preparo el almuerzo, los dos con sus bolsas, sus zumos, sus bocadillos, su fruta o lo que se tercie, y a la mochila. Y así empieza el día....

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